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El Artesano (cuento o novela) - capítulo 12

20 de diciembre, la casa de campo de Villa General Belgrano estaba ubicada en el centro del casco de la vieja estancia Deutsche Welle adquirida hacía mas de 60 años atrás por un general Alemán refugiado en la pampa del Gral Perón, había pasado por varios dueños hasta que finalmente fue heredada por Alfonso. Tres niñas de 7 años tocaban alternativamente \"Heia heia wisch wisch wisch\" en un piano Steinway & Sons, todas eran rubias, su piel blanca casi de porcelana y sus ojos grandes y azules tan significativos de la raza aria... Una mujer también muy blanca, rosada, gorda cincuentona con uniforme negro, delantal y cofia blanca de mucama las cuidaba y alternaba también en el piano junto a la intérprete del momento, todas reían... Alfonso desde las ventanas del medio hexágono vio entrar al jeep, Marta venía a cuidar como de costumbre a las nenas, detrás, el renault 11 del Artesano, un hombre de traje gris y corbata enseguida se comunicó mediante un minúsculo micrófono incorporado a la solapa del traje y otros varios hombres vestidos de la misma manera se pararon en el frente de la escasa escalera de mármol blanco que daba acceso a la puerta de la casa, los autos llegaron y como si lo supieran o hubiesen recibido una orden los \"vigiladores\" se dispersaron menos uno que abrió la puerta del renault y musitó un leve \"Alfonso lo espera\". Marta giró para mirar de frente al Artesano, ella se había dejado seguir así que meneó su cabeza en un gesto de desaprobación... Marta enseguida besó una a una a las tres nenas y se unió al grupo de \"pianistas\". El estudio era no del todo amplio y Alfonso estaba de espalda cuando entró El Artesano, sin mediar saludo alguno dijo: _ ¿como están sus padres allá por Rosario?, ¿siempre con el almacencito?

_ Si todo bien, siempre igual.

_ ¿Usted cree en Dios?

_ Usted ya sabe eso.

_ ¡Ah el conocimiento!, saber, conocer... el conocimiento nos da la sabiduría suficiente.

El artesano se aproximó al escritorio mucho mas moderno que el anterior, el que ahora estaba en el subsuelo del hospitalito de Alta Gracia, y sobre el grueso vidrio vio una carpeta con su propio hombre. Alfonso sin dejar de mirar por las tres ventanas le dijo:

_ Un nombre, ¿qué es un simple nombre? solo identifica a una cosa, un ser o todo... un individuo, detrás de un nombre está lo indivisible, se puede copiar, renombrar pero nunca será el mismo.

_ ¿quienes son \"ellas\"?.

_ Mi hija y mis dos nietas...

_ Ah...

_ Mi yerno bebía, ya sabe usted \"si bebes no conduzcas\" y tampoco operes, ¿no es así mi querido cirujano?.

_ Así es. \"manos limpias y uñas bien cortas\".

_ Se desbarrancaron una noche aquí cerca, en las curvas del Dique de los Molinos, murieron todos. (hubo un lapso de tiempo, una inhalación mas profunda y un leve soplido) Y ahora mi hija y mis nietitas tienen las mismas edades... es como ir muy rápido, muy rápido y cuando uno vuelve todos envejecieron pero a la inversa.

_ Uno nunca se resigna...

_ Quise retenerlas, de alguna forma, volver a tenerlas conmigo... hice lo que sabía hacer, lo que me enseñaron durante tantos y tantos años... (Alfonso se dio vuelta, tenía los ojos enrojecidos). _ ¿Nunca imaginó usted de donde salió el dinero para pagar sus estudios en el colegio La Salle?

_ Mi primer talla en madera fue ese pájaro, lo hice centenares de veces, fue como esas búsquedas tan íntimas como implacables que se terminan transformando en una obsesión. Mi padre trabajó duro, de 08 a 23 horas, toda la vida... y mi madre... (El Artesano se quebró).

_ Tengo poco tiempo mas de vida...

_ Lo se bien. (El Artesano giró para ver mas allá de la puerta del estudio las cabelleras tan rubias y escuchó las risas y la música infantil de fondo, Marta reía a carcajadas).

_ Existen campos en Patagonia y en el norte, en Salta, plantaciones de café en Brasil, también acciones de varias empresas líderes, en laboratorios, robótica... Minas de cobre en Chile... El abogado estará haciendo todos los papeles. (Alfonso miró a las nenas por encima del hombro del Artesano). Las he extrañado tanto...