Desnudos se nascem, piel arrugada, mojados con líquido e sangre.
Morimos, nos ponen el traje más hermoso, nos hacen maquillaje, peinados a rigor.
Contradicciones, venimos como somos en realidad, vamos sin sernos nosotros, un muñeco para los otros miraren.
Del montecito de pieles que somos al nascer, hasta el teatro de nuestra exposición a la platea, ¿a dónde está la película de la vida que vivimos?
Los que en vida anduvieran arropados en el seno de la familia, bien queridos, respectados e dejando dolor verdadero por macharen de sus vidas, lo acepto.
Quien fue desgraciado, sin nadie que lo quise, una sábana llega para cubrirlo.
Nadie quedará sin culpas, por los malos tratos, por no habernos dado la mano e pan a quien necesitaba.
Vivir para algunos es un teatro, caras cubiertas con disfraz, donde ni se ve su mirada e llevan la mentira hasta que el ataúd sea tapado, llorando sin lágrimas, abrazando a los parientes sin sentir nada.
No voy a entierros, quiero recordar cómo eran en vida, ya no sienten mis manos ni mi respecto, por eso, no me mezclo con los que fingidamente lo hacen.
Pensamientos antiguos, del presente, del futuro, no quiero ser algo para mirar, ni obligar a nadie un llanto fingido.
Si hacen mi voluntad, solo mi música bajita, mientras presto cuentas a Dios.
Como en el silencio de la noche, quiero estar, libre de todo lo que tanto he deseado e no tuve.
Llegando está la Navidad, la única en que la pasare sin Familia, quizá nunca la tuve, después de la muerte de mis Padres. En una fantasía, viví, tan grande que tenían envidia de sernos tres en una sola.
Por lo menos, tuve un sueño e lo viví, el regalo que tengo este año, es la desilusión, del despertar.
En otras tierras teñidas de sangre por guerras, helando bajo el frio implacable, mucho más sufren. Me acuerdo mucho de ellos. Por estar disgustada, no me olvido de miles e miles de refugiados, en tiendas, sin condiciones, solo podrán si el cielo no tiene nubes, por la noche, templar la estrella más brillante como si fuera la que ha conducido los reyes magos hasta el Niño. Pobre gente, limpias de corazón, e sucias de llagas llenas de polvo, pagando por los pecados de otros.
En este sentido de pena, me siento privilegiada, por tener poco, o casi nada, teniendo todo, en miniatura.
Para mi llega, soy poca cosa, soy nada, soy la que aún está como ha nascido, desnuda, un montecito de piel húmeda e ensangrentada, sin maldad.
Soy aquella que nunca ha sido nada, a no ser algo sin importancia, para lo más importante de mi vida. Amar como lo he hecho e nunca ser amada.
Oporto 14 de Diciembre de 2012
Carminha Nieves
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