Ser el brindis
en la tibieza de tus lágrimas,
de su amor, robar el despecho
para rozar mi deseo en tu espalda.
Imaginarte en la penumbra
traspasando el umbral de lo prohibido.
Justo ahí, en lo ancho de los sueños:
me brotas en la sangre
de mis besos te atragantas
tallas tu piel en mi desierto
floreces en mi estremecimiento.
Obligo a mis párpados,
a permanecer despiertos,
te marchitas siempre
al romper el alba.