"Sepultar mi cabeza dolorida
En tu falda colmada de perfume
Y respirar, como una ajada flor,
El relente de mi amor extinguido"
(El leteo, De las flores del mal)
Charles Baudelaire
Deseo escribir un repugnante poema de amor;
escribirle a los desquites de la vida,
- a las lágrimas del dolor-
escribir hasta que la crueldad me sofoque,
y..., pierda toda definición altruista
en la cortesía de pedir tu cadáver impúdico
ser testigo de tu propia muerte
y..., dejar que las estrellas se apareen
con los granizos de metal
que excitan la infección
del vacío que cada siglo se expande
para arrancar-te tu sonrisa,
pequeña muleta de los vicios,
y sí no me quedará que decir/
y me quedará ciego, y sordo/
alcanzaría a ver como te desnudas/
destrozándote la piel;
hasta anclar tus músculos,
en la flexibilidad
de agitar las constelaciones
acabarías por fecundar el clero
de los macabros profetas;
revelando la desnudes
de tu íntima naturaleza
cuando más miras el cielo
estrellarse con el diafragma escarlata,
que sueles vomitar de la negligencia
-que sudas amor-
hasta que la noche muté en sangre,
el empeño amoroso por acabar...,
en un adagio sanguíneo,
punzando las maquinarias tímidas
al deseo de agitar los soles
y quemarnos en el gusto carnicero
de cortar tus pliegues húmedos
y tú..., hacer levitar el libido placer
de atestiguar contra mi causa,
hasta ser la antítesis
de ser asesinato y suicidio/
amor...,
me suicidó en los caudales del infierno
que manas de las quebradas carnosas
exhalándome el susurro de la muerte...,
Y tú..., amor...,
me asesinas con el movimiento
pendular de la gigante celeste
en la pequeñez
de ser estigmas del universo
hasta herirme el coágulo antropomorfo
establecido en el tumor de mis pasiones...
ay amor, ay amor, eres la enfermedad
que me quita la vida, y me enseña la muerte,
ay amor, ay amor, eres la salvación
que me enseña la vida, y me quita la muerte...
y te odio! te odio tanto, que odio al odiarte/
y odiamos copular reiteraciones en verbos conflictivos/
con nuestro crimen onírico/
al fundar la concepción de nuestros relatos húmedos,
en la corrupción de amarnos;
y en el hedor de quebrantar la paz,
así como eres mi asesina
y yo un invertebrado suicida
hasta encontrarte amor, hasta encontrar mi existencia
y atarte mi piel a tu cuello, y consumir-te
y beber-te toda, y acabar suicidándome
en la Sodoma de tus páginas en Blanco...
(Amor imaginamos un crimen perfecto, amor, amor amor, amor no es una palabra inválida. Y todo el verbo libido de este mendigo poema, se putrefacta en un universo distante de tu naturaleza y mis quiméricas metáforas...)
Jhoel Pharra...
Y sí fuera vámpiro...
La fecha sería siempre...