Marner

Concedéme.

 

 Concédeme el fragmento  más paradisíaco, más técnico

 y apasionado. Concédeme el  poema perfecto,   

sé tú  la letra, la historia, la vida.

 

Concédeme siempre tu mano, para caminar sin pasos,

y si el ocaso llega habrá una nueva aurora, un alba escondida

 entre el universo y la tierra.

 

Concédeme el vaivén de tu cuerpo, tus ojos saltantes y sonrientes.

Concédeme tus labios rojos  para acariciarlos suavemente

con una mordida excitada que despierte nuestros cuerpos

y así  amarnos en cada rincón del pensamiento.

 

Concédeme tu  figura para dibujarla  como un escultor

 en la esquina de aquel cielo.

Pero sobre todo esto, concédeme tu amor para poder

hacer lo que con gran ilusión en cada verso he dejado al descubierto.