Yo no se si yo tenía cara de poeta
pero mi novia me dijo un día
quiero que halagues mi belleza
con amorosas y bellas poesías.
Yo celoso guardaba el secreto
movido por mi gran timidez;
divulgar mis poemas era un reto
que no quise asumir ninguna vez.
¿Pero qué te puedo escribir?
le dije haciéndome el inocente.
Me dijo: Lo que brote de tu sentir
con este amor de adolescentes.
¡Pero chica, tú has perdido la cordura!
¿No ves que yo no escribo nada?
Mejor busca un libro de literatura,
que allí verás estrofas bien rimadas.
A mi me gustan los novios poetas
y no se porqué, pensé que escribías,
¡Qué chasco! Me dijo con tristeza
has roto mis sueños de fantasía,
Luego entre la amargura y la ira
me dijo, leé éste poema, tonto;
así comprenderás lo que es la rima,
que un admirador me escribió de pronto.
Deberías aprender de él un poquito
y buscar inspiración en la poesía
él sí tiene motivos bonitos
para llenarme de halagos y alegría.
Hasta aquí llegó nuestro amor,
me dijo seria y muy decidida,
tú no sabes tratar a una flor
y muchos menos hacer una rima.
Y se alejó abrazando su poema
sin despedirse y sin decir adiós
y yo por ella, sentí gran pena,
porqué ese poema lo escribí yo.
Fue un encargo de un amigo discreto
que buen dinero me ofreció
para que yo escribiera en secreto
y por eso pasó lo que pasó.
Ella se fue con su poeta querido
y yo me quedé con mi honor intacto
esperando tranquilo el próximo pedido
para seguir cobrando de acuerdo al trato.
Perdí su amor por un poema
y ella sin saber perdió al poeta;
a veces las personas se vuelven ciegas
y pierden la indicación de la veleta.
Hoy todavía pienso que fue lo mejor,
adoraba a la poesía y no al poeta,
lástima que al final cuenta se dio
que yo fui el autor de aquellas letras.
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