En crisálida bullente de anhelos,
se entremezclan tristezas y alegrías…
Ilusiones que animan nuevos días,
por futuro dormido en blandos suelos.
Ignorante de afanes y consuelos
feliz tiempo transcurre en rebeldía,
simbiótica razón cual letanía
jinetea a su ritmo, sin desvelo;
la historia retratada en gracia y huella,
remarca los dobleces del camino
clausurando los ciclos del destino,
la certera memoria se ata y sella.
El capullo sumido en su latencia
solo aguarda sumiso su momento,
alcanzado en el tiempo cumplimiento
eclosiona vibrante en opulencia...
Dilución de penosa diligencia
enseguida se agita en el esfuerzo;
reducido el sigilo a la impotencia
en razón apuntala su refuerzo.
Es la angustia su amiga y consejera
la que en torpe imprudencia da pericia.
En la acción lisonjera y pasajera
la congoja el esfuerzo desperdicia.
Cuando el ansia en derroche tempranero
discurre inconsecuente e insensata,
torbellino inconsciente se desata
como un sueño volátil y ligero.
Bien podría ese instante placentero
disiparse en un anhelo aún no nato;
a aferrarse a sendero de arrebato
que al sentido mantiene prisionero.
Es absurdo llegar siempre primero
ignorando las huellas del camino;
pues quien corre voraz tras un destino
al entorno es ajeno de inmediato,
olvidando raíces vuela ingrato
desplegando en las ancas sus sentires,
con presteza aletea en desenfreno.
Anhelando alcanzar sus porvenires
contamina su esencia con veneno,
ponderando metas en instinto…
Si el nacer del morir no es muy distinto
¿no es el barro otra cosa más que suelo?
Hoy sus pasos, tormenta hacen del cielo,
su sustrato es tortuoso laberinto,
hoy sus sueños se cuelgan en espino
ya perdió la consciencia en el camino,
prisionera en su torpe indiferencia.
Crisálida caduca en buenos sueños
yace en baches y grietas del destino,
erosionan cutícula de empeños
perforando electivo el conformismo.
Carcomiendo existencia en egoísmo,
corre presto y febril el desatino.