Encerrado en un castillo
frágil, durante el verano eterno
de mi destino, que desciende
locas imagenes de un viento:
atronador en una nube invisible
que atormenta el mundo derrumbándose
al compás de tus tiernos ojos;
sin oportunidad de decirte: te quiero.
Nueva espalda fría y vieja
que ignora el paso de los poemas
acaecidos en el intento de una mano
izquierda; floreciendo en arcoiris;
de un cielo poco azul por desconocido
a los
pasos
de un reyno
poco entendido
por los amores aridos
en loca
existencia
que anuncia
un instante
en claridad de luna
al
rayo negro
de la memoria
infinita.
Thyssen