Ignorantes,
no saben más que reir,
no saben lo que es llorar;
me averguenzo de su existir.
Tengo sed.
No aguanto más estas ensias en mi ser.
A todos por igual condenaré.
Libraré al fin el mundo
de ustedes que no me comprenden.
Vivirán lo que yo vivo cada día,
sabrán lo que mi corazón y cerebro sienten.
Bendito instrumento,
tan punzante y filudo.
Todos se rendirán,
ningún cuerpo es escudo.
Entrarás lenta y suavemente en ellos,
como una enseñanza.
Disfrutarán con nosotros,
una dulce matanza.