La tenue poesía
Día fortuito ha sido este
quien diría que conocerte
seria mi mejor suerte.
Contemplarte es deleitarme,
pero tocarte pleitesía.
Que callen los que ignoran
el mar absoluto y desmedido
la noción febril que yo he conocido.
Yo solo pienso en la otra vida,
La que vivo hoy es solo de ensueño.
No existe alquimia para desunir
Este ósculo perpetuo.
Dios me concedió el tenerte y yo
el agnosticismo he dejado.
Hoy en Dios he creído
Quien sabe si mañana la ciencia
me conceda otra visión de la vida.
El cielo cristalizado, en la transparencia
de tu cuerpo, desatado aun, bendecido ya.
el relámpago de tu boca: adocena y me toca.
Soñarte en mis desconciertos,
Como cuando deambulo en lo infinito,
Prendido del espacio soñándote que sellas
mi alma partida de aciagas instancias.
La sed no zaceada me reclama
Conocer tu cuerpo, un solo cuerpo como día derramado
Y noche devorada;
La brillantez de unos cabellos
Que no apaciguan nunca mi frenesí inquietado.
El cántico que llego hasta tu pecho y escalo hasta las
Sendas de tu cuello, por la neblina de invierno
hasta rozar tus piernas en los ramajes de la primavera.