Busco en mi conciencia,
en mis adentros,
en mi alma, en mis sueños,
en mis ganas de triunfar,
en mis ciegos desalientos,
en mi dulce despertar.
Busco en los bosques,
en los ríos, en lo profundo del mar,
en las montañas,
en las playas,
el desierto y la tundra
busco,
indago sin cesar.
Husmeo en los rincones de mi cuerpo
de mi puerto,
de mi hogar,
en las casas de los amigos
en las guaridas de mis enemigos
en los albergues de los indigentes,
en los rascacielos más imponentes,
no dejo un lugar sin escudriñar.
Y cuando me parecía que no quedaba
un solo lugar sin escudriñar,
un rayo de esperanza aparece,
llegas tú,
luz de mi vida,
y me devuelves la serenidad,
esa que perdí en mi camino,
esa que me arrebato la maldad.