Dura…
ese peregrinar de las nubes sobre tus ojos,
la plegaria desvencijada sobre alas de frioleras lágrimas,
hechas ave al migrar desconsoladas
a una alquería sin habitante de latidos,
con las paredes derrumbadas,
que sembraran su hado
en el camposanto de un pañuelo herido.
Dura…
esa sinfonía a un paso del silencio,
el último vibrar de una cuerda antes de desprenderse
de su instrumento.
Dura…
el alboroto del aire cortado por
el estrépito puño de un grito,
al arrancarse del pecho rompiendo las costillas
de mutismo en la cárcel de esqueleto,
Dura…
el escape de la sangre que se niega al corazón
y decide la libertad del aire,
vedando la corriente repetida de las venas,
cansadas de recorrer el mismo viaje.
… dura lo que la sangre antes de coagularse …
Dura…
la gota que rezuma en el vidrio de los años
bullidos en la olla del tiempo.
Dura…
la erguida llama de una vela antes
de ser consumida por los santos en el templo
dura tan poco, y fue tanto el camino a tu lado
que no se resigna la mente a cortar la cuerda
que atan los segundos del pasado.