Me acostumbré a caminar entre cenizas,
Entre ramas blancas…abandonadas…quebradizas…
Me acostumbré a recoger flores marchitas,
A sumergir mis manos en aguas estancadas…
Me acostumbré a sortear mármoles raídos por el tiempo
impregnados de llanto y lamento…
Cuántas vidas…cuantas historias…cuantos dolores…
Cuanto silencio….
Sólo la brisa meciendo los eucaliptos,
El aroma de flores frescas…de los que recién han partido…
De los que pronto serán olvidados…
Quizás otros como yo, detuvieron aquí su tiempo..
Buscando una respuesta, una señal una esperanza…
Pero la vida, irónicamente, sigue su curso…
Día tras día….
Y seguiré… seguiré recogiendo flores marchitas…
Que huelen a nada, que huelen a viento