Te recuerdo Laura
tu sombra mojada
bajo mis zapatos
en la vieja calzada
caminabas lenta,
algo empapada,
por las cristalinas gotas
de la lluvia alada.
Tu viejo paraguas
de barbas delgadas
en ráfaga de agua,
lo batía el viento,
y el agua lavaba
ese sueter blanco.
Llenando dos cántaros,
de tibieza callada.
Tomando mi capa,
cubrí tu cuerpo,
que al calor del mío
entibióse luego.
Y juntos anduvimos
valles y senderos,
donde dejamos nuestro
calor al viento
para que secará,
otros tantos cuerpos.