Ella, con la vista fija en la nada
en la mente se pregunta:
¿Cómo es que sigo viva sin órgano que palpite dentro del pecho?
Ha pasado el tiempo y continua ofrendandole el amor a un recuerdo,
y abraza al viento,
le suplica a la luna que le lleve un beso,
que en un rayo de su luz
se vuelva la mano que le acaricie
y en sus mismos ojos
le permita a sus pupilas verlo.
Y ella sueña,
toca un oasis que no existe y
se place en eso.
Y otros días olvida y tan solo existe,
atiborra de ideas cotidianas sus pensamientos e intenta extravíarse en ello.
O vuelca su sentir guardado en un pequeño trozo de papel
para no morir sin volver a amarlo.
Y es su vida eso,
como para no dejar pasar en vano el tiempo,
inventa una caracola que guarde su acento.
Y es siempre abrazando al viento.