Yo pensaba que era
el amigo perfecto.
Que renunciaba
a mi propio interés,
para beneficio del resto.
Creía que aquél,
era igual, en esencia.
Que su boca decía,
lo que su alma,
guardaba en inocencia.
Y el tiempo, tejió
la trama vil de lo opuesto.
Miramos el mismo mar,
mientras lamentamos
el tener que conocernos.