Bajo noche de angélica faz
un ajuar de luceros y silencio
arrulla los niños en tibio holán
de un hogar que atiza el fuego.
La luna en góndola de plata
pasea las estrellas querenciosas
que reinada la quietud esperan
la natividad circuida dadivosa.
De ósculos dorados su llegada
advierte a los males el destierro
trémulas espinas han las rosas
qué vítreo su amor dará consuelo.
Caída de guirnaldas cuidadosas
mudará blondo el firmamento
¡Bendito el óleo tácito en su alma
acrisolado de los divos vientos!
Donde la flor extinta plaña lágrimas
ha de solear con su fruto esbelto
donde las almas incurables sangran
ha de inmortal ungir de ungüentos.
El horizonte sus tules lo consagran
con mirra de odorantes frescos
los querubines felices no descansan
diademado ya de Dios el universo.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso
Bogotá D. C. Colombia