Me he perdido en tus ojos oceánicos
convirtiéndome un naufrago de tu inmensidad,
corazón sumergido en tus blancas olas;
tu sal venda las heridas del mi alma.
Ven, dulce sirena del mar,
arropa con tu velero mi cintura,
súrcame el sol para sernos figuras,
sombras de pasión entretejidas.
Conduce mi barca a puertos húmedos
donde golpeamos repetidamente la arena
con los pies, brazos, cuerpo y cadera,
con imágenes presuntuosas y sacudidas.
Me he perdido en tus ojos oceánicos
perdiendo a la distancia el horizonte.
Has pintado mi cielo de azul y púrpura,
mis espaldas de calor, ardor y fiebre.
Transpórtame en las hondas de tu pecho
a islas de bella fauna bajo el universo.
Isla de botines de danza y recuerdo
donde solo se escuchan apasionados gritos.
Romperé la brújula para anidarme en tu mirada
Oh, sirena de cabello ennegrecido
y quebraré el ancla para despejarme
de la silenciosa ira de los vientos.
Me he perdido en tus ojos oceánicos,
entre las notas musicales de tu venas
para navegar los surcos de tu piel,
para hacerme líquido en tus manos voluptuosas.
Daniel Badillo