Me dijiste que te esperara un verano entero
para que tu primavera inundara mi invierno,
víctima de un otoño sin noches ni de sueños,
preso de un recuerdo que por amor es eterno.
Ante eso, ahora te digo que todo (pasar esto)
valió la pena como sufrir un amor de hierro,
como el valor de esperarte sin saberlo cierto,
como Cupido apostando, ciego, a lo nuestro.