Como eterna escultura que maravilla al turista
cuya geometría anonada la mirada,
con sus piernas que acicalan el aire
maquillando mis paredes, mi alma urbana.
Vivienda escénica cual deseo anidar
y hacerme plataformas en sus salas
para almacenarnos los besos insomnios
hasta penetrar el sol por las ventanas.
Abrígame con las cortinas del marco
hasta que el suelo se haga fósil en mi espalda.
Hasta que las columnas de mi cuerpo duelan
al construirte agujeros en mi recamara.
Soy insalvable en la terraza de tus brazos
en el punto icónico, dimensional de tu pilar,
mis besos se hacen alfombras en tus pies,
tapices en tu cuerpo, rascacielos en tu mirar.
Hospédame el gemido en tu aliento,
junto al cansancio de mis dedos al recorrerte.
No me niegues el tálamo de tus sueños
y lo mejor de tus violentos quehaceres.
Serás para mí una sala de baile
para hacerme matutino en tu silueta;
para arrancarnos los trajes de la cortesía,
para atajarnos los labios por dondequiera.
Mi sueño estructural, amada mía, lo eres tú,
habitación de curiosidades, dama de intriga.
Ah, que delicia es navegar tus materias;
tus edificios, arquitectura y altas colinas.
Daniel Badillo