Rumbo a tu nombre
Entre extraños voy, dentados, somnolientos,
heridos por la voz de una promesa,
señores y señoras sin medida
que anhelan ese viejo edén del que partieron.
Algunos tienen piel color de tigre
o manos como espuma o sinsabores
del porte de sus blusas y camisas,
o joyas como el timbre de sus risas
o arañas del tamaño de sus dudas.
Camino junto a aquel que no conozco,
pero que me conoce, porque el mismo
dolor ha padecido en plena ruta,
y sabe lo que duele cuando pegan
y sabe lo que es dulce cuando abrazan
y sabe que no sabe todo el libro,
pero se enamoró de la portada aquella
y aún lo cuida, lo escribe, lo atesora,
lo lee entre nosotros y entre aquellos
sin volver, que, por buscarlo, no volvieron.
Emprendo mi verdad como un cometa
que alza un niño, como la simple soledad
de aquellas playas sin viajeros, exhausto
de soñar, libérrimo de tanta
vida que, sin poder contar, comparto
con los otros, con ustedes y conmigo,
ya en la merienda de las horas, ya en la siesta
de los días que algún día tendrán su propia aurora
ya sea en un abrazo fraternal y ya sin tiempo
más que de amores, ya sin más que recordar
que la bravía muchedumbre, esa que soy y que no soy
cada vez que entiendes que te canto y que te canto
cuando a todos y con todos simplemente callo o canto.
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20 12 12