Me veo en el espejo, me saludo,
me doy los buenos días muy sonriente,
me señalo los ojos de durmiente
insatisfecho, me aseguro el nudo
de la garganta, me contemplo mudo,
me regaño por ser tan indolente
con mis musas malcriadas, me hago veinte
promesas de cambiar, lo pienso, dudo,
luego existo, me río cartesiano,
me veo en el azogue más tranquilo,
me siento más de carne y hueso, humano;
me encuentro muchas canas más, me esquilo,
me despido de mí, me doy la mano,
me voy por este verso con sigilo