Brillante; coqueta, tu; niña de oro/
que sobre nubes te recuestas
y te arrulla la luna, cual bello tesoro,
cuando ya cansada toma una siesta.
Aleteaban al viento, tus pestañas/
ladrón; de esas miradas bellas,
posadas en plateadas telarañas/
del etéreo cielo, lleno de estrellas.
Dame la dicha de ver la noche,
que guardas; en la celda de tus ojos
y añoro ser de ellos: insignia, broche.
Privilegio es cumplir tus antojos/
y evitar de tu mirar; cualquier reproche,
que me separen de tus labios rojos.