Estaba en Managua
Solito en casa de un amigo
De vecino tenía un Iglesia
Y sus cantos me llamaban.
Quise llegar hasta el altar
Y no me dio valor
Más que sacar una silla
Y escuchar de largo.
Sentí necesidad
Del amor del señor
Quise tener la compañía
De cristianos humanistas.
Y cuando decidí caminar
Todos salieron del templo
Y frente de mi venían tres señoras
Y al pasar a mi lado.
Hicieron un gesto tan despectivo
Que ni si quiera fui merecedor
De ver sus ojos y con agilidad
Aumentaron el ritmo a su caminar.
Me sentí tan triste
En saber que hay cristianos
Que estigmatizan y discriminan
Sobre todo asesinan con su actitud.
Sin dudar le di gracias al señor
Por no haberme dejado llegar
No a su iglesia si no a un niño
De oropéndolas.
Ya que gritan y cantan
Sienten la presencia de nada
Salen transformadas y purificadas
Y desprecian a los mundanos.
Tengo meses de no asistir al templo
Pero al menos es jovial compartir conmigo
Sin duda alguna te sonrió y si me dejas
Te tomo entre mis brazos.
Pero aprendí que no es congruente
Lo que aprendes y haces
Así que mejor me quedo aquí
Escribiendo las cosas de mi corazón.
Escrito: Francisco Gaitan Downs.