Vaga sobre tu piel mi primer beso
como sobre una cálida manzana
y comienza a rondar de buena gana
tus senos, con un ánimo travieso.
Ya en éxtasis, perdiendo todo el seso,
desciende a la convexa porcelana
donde posa tu ombligo; presto, gana
el adyacente bosque y queda preso.
Ignoro si escapó, si hasta la sima
inmediata ha bajado y se aproxima
al final de la ruta que escogió.
Sólo se que mis otros besos fueron
detrás de él y gustosos decidieron
caer en el enredo en que él cayó.