Tu sonrisa era mi vida
y me la quitaste
y comenzamos a ser
dos extraños
bajo el mismo
cielo sin estrellas.
Yo comiendo
de este amplio techo
que te mira estrecha
y pasajera
y tu mudando
la delgada piel
de tu mirada
de tierra ajena.
Vísteme
de esquina oscura,
de pavimento
y encuentra el alba
que se te perdio
con tu sonrisa.
Yo me resigno
a vivir en síntesis,
como un fantasma
que muere de amor
en el horizonte
de tus caricias,
llorando
con la espalda
sumergida
en los colores
de la esperanza,
anocheciendo
para ti
en la oquedad
de las esquinas.