En mi mesa esta tu foto,
tomada decadas ha,
tu me diste a mi la vida
y te fuiste de ella ya.
Dios necesitaba un ángel
que le ayudara a cargar
las penas que los mortales
le hacemos a él pagar.
En la foto de mi mesa, eras una niña aún
en la cual no habían tristezas
solo inocencia y candor,
una mirada tan limpia
y tan llena de amor,
el amor que prodigaste a tus hijos sin medir
el amor que tu le diste a todo el que te conoció,
madre no estas conmigo,
pero te llevo en mi,
espero que tu no veas lo que sucede aquí,
la amargura y la envidia que se anido sin más
en el corazón de algunos
Madre, tu fotografía me acompaña día con día,
me recuerda que hay que seguir,
con paso firme y delante
siempre sin mirar atras,
que Dios nos observa a todos
y que al final del camino
sin duda me esperas ya
que podre abrazarte un día
y decirte que cumpli
con lo que me encargaste un día
hasta donde estaba en mi,
más no todo lo podía yo hacer
pues en conciencias ajenas no podía intervenir.
Madre, te amo tanto y te extraño también
quisiera abrazarte tanto,
y que me platicarás hoy
como lo hacias antaño,
noche a noche al regresar,
se que cuando llegue el final
podremos volver a vernos
y me contaras lo hecho,
y yo te podré abrazar.