Como mirarte amada y no soñarte con anhelo,
si soy viento para acariciar tu negro pelo,
lluvia fresca para acariciar tu piel al atardecer,
y sol para despertarte con beso el amanecer.
No olvidar que tu belleza, me eleva hasta al cielo,
que tu boca me atrapa, si la miro y tanto la deseo
y la sonrisa de tu tus labios, es como un suicidio,
por no poder recorrer tu cuerpo con anhelo.
Siento miedo amor mío, de no tenerte,
de no mirar la luz que alumbre tu mirada,
de sentir que sin ti, vida mía, llega la ingrata muerte.
También se puede morir, de amor, de tanto amarte.
Como ignorar que te amo con locura de demente,
si tus lesbios me hicieron prisioneros de repente,
aunque sé, amor mío que no podré nunca tenerte,
me conformo con aspirar tu aroma y comprenderte.
Por eso es que en mis sueños me desdoblo cada noche
y vuelo buscando tu cuerpo, para amarte con bríos, con derroché,
sentirte protegida entre mis brazos,
para hacernos el amor en mi coche.
Adormecido y rendido sobre tu percho entre sábanas de seda,
aspirando el olor a flores que perfuman tu mirada,
acariciar la seda de tu pelo andrino,
llevarte entre mis brazos, por buen camino y dormir
este fantástico amor, entre rosas, uvas y racimos.
Autos, Joaquín Méndez.
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