Fue una tarde de febrero
cuando yo la conocí,
caminaba como forastero
hasta que en una tienda la vi.
Su sonrisa me cautivo
y me lleno de emoción,
ahora sólo por ella vivo
es fuente de mi inspiración.
Yo no sé lo que compré
pues me dio a cambio su alegría,
aunque mi corazón ahora sufre
es mi sueño de cada día.
En su alegre conversar
encontré la dicha perdida,
ya no me quise separar
pero era hora de mi partida.
Hoy que lejos ella está
y separada está de mí,
una llamada no basta
no puedo vivir sin ti.
Eres tú mi gran encanto,
eres tú mi devoción,
mis ojos viven en llanto
y tú en mi corazón.
Nunca me faltes mujer,
pues el tiempo pasa de prisa,
no hallare otro querer,
ni otra mujer con tu sonrisa.