Mauro Melquiades

Maravillosa estupidez.

Puedo contenerme
y ceder al impulso de continuar,
forzando situaciones,
situacinandome en ocasiones
todas dignas de olvidar.
Pero...ay, no puedo
ni contenerme, ni contener,
todo el hálito y aliento
me dejó desesperado
forzó mis fuerzas
a morir de cansancio.
No puedo, ni quiero
maravillarme de estupidez.