Y ahí estaba yo… sentado en medio de la nada, mirando al horizonte la belleza de aquella noche. El viento me susurraba su nombre, y no miento, ¡yo la extrañaba! no sabía si volvería a verla, y si ella intentaría buscarme… Tenía miedo de que me encerrara en su ausencia y así quizás me olvidase.
Pero no perdía la esperanza, ella tampoco y fue así como a mi regreso, ya sabía donde la esperaba… Mis labios y mis ojos no paraban de reír, al ver la ternura en su rostro; ella tampoco apago su sonrisa y juntos sonreímos esa noche.
Y aunque nuestros mundos fueran distintos, el amor que sentíamos el uno al otro, era el mismo... tanto así que nos unió en cuerpo y alma. La magia de ese sentimiento tan sincero nos hacia flotar en el aire, ¡todo era tan hermoso! que hasta los besos que nuestros labios se brindaban, silenciaban el aire que nos acariciaba… y fue así como en esa noche los dos fuimos uno solo; porque el amor
cuando es amor… LO PUEDE TODO