Donde estés, y con quien estés, niña amada,
El poema irá haciéndose maraña
Entre las fibras sensibles de tu alma,
Te cantarán mis letras y escuchará tu piel,
Se deslizarán como una rosa blanca
Sobre el lago azul de tu prestancia,
Cual golondrinas revoloteando
El obelisco de tus pensamientos.
Ahí, donde estés, sentirás mis manos
Acariciando tus olvidadas emociones,
Te marcarán a palmo con el holograma
Del laser de mis ojos con mirada enamorada,
Y en un murmullo que estremezca tus oídos
Escucharás el más dulce “te amo” y el “te quiero”
Que jamás labios mortales pronunciaran.
Donde estés, sentirás en tu pecho acelerado
Un corazón con un río desbocado
De un líquido vital sumamente acalorado,
Sentirás sobre tus labios el roce de los míos
Y querrás borrarlo con el roce de otros labios,
Pero ¿cómo borrar lo que con fuego se ha tatuado?
Donde estés, intentarás olvidarme,
Pero algo ha de llevarte al horizonte
Que tu ventana ha desdibujado
Y entre nubes verás lo impronunciable,
La faz sonriente del que tanto te ha amado.
Donde estés, alguien te sentará en el confesionario
Y dirás que solo mi amistad has conquistado,
Y negarás que sueñas con mis brazos,
Que anhelas que tus labios sean acariciados
Por el beso apasionado entre fuego y embeleso,
Y seguirás así, con ese amor callado
Que enferma hasta los huesos, aprisionado,
Condicionado por quien ha perdido su derecho.
Donde estés, con quien estés, estoy cierto
Muy quedamente pronuncias mi nombre
Y un “te amo” que solo yo puedo escucharlo.