El poeta esconde su daga tras la pluma mientras hace sangrar tu costado
el poeta lo sabe todo cuando piensa que no entiende nada,
y entre puntos y comas transforma su dolor en belleza.
Los ojos del poeta rompen en letras tras las penas comunes.
Llora a escondidas por los rincones mientras escribe quimeras.
Los poetas son los locos más peligrosos, parecen inofensivos
pero pueden poner de cabeza las ideas de cualquiera
y envolverlos con palabras bellas que esconden verdades veladas…
Los poetas no tienen límites y se burlan de las reglas y de las leyes
por el gusto de escribir las ideas que se les antojan.
Al poeta lo creen loco los otros locos que idolatran la cordura.
La mirada del poeta es diferente: se pierde a lo lejos para contemplar sus horizontes dentro
y observa profundo a la gente cuando sabe que nadie se da cuenta.
El poeta espera, a veces no sabe qué pero siempre espera,
y se sienta a escuchar sus palabras cuando nadie le dice nada.
El poeta ha pisado el lado obscuro de la luna antes que nadie,
desde allí ha contado estrellas y amores fugaces mientras la gente duerme.
El poeta finge en tanto finge que el dolor de amor no le transforma el alma
y en versos de sangre y lágrimas te cuenta penas cifradas en palabras.
Es el anacoreta con su versión de Dios y el diablo para su mundo alterno,
el ideólogo del dolor propio y ajeno, el estratega de las noches sin sueño.
El poeta mira rostros, escudriña pensamientos lascivos cuando nadie sospecha,
traspasa las ropas con su pluma ligera y arranca suspiros de corazones rotos.
El poeta ama, igual a todos pero tiene el don de saberlo,
y le cuentan lo que a nadie más los propios sueños…