Si te niego en mi pensamiento, miento.
Y si en él eres insistente, tente
por amo ya de mi demente mente.
¡Ay cuánto, Amor, que te consiento siento!
Siempre es la dicha de tu adviento, viento
alentador. Pues que valiente aliente
su sed mi musa y que elocuente cuente
porqué me pones el talento lento.
Amor, con todo y tus locuras, curas
al corazón de sus corduras duras;
pues, no me vayas a impedir pedir
la cura; en tanto, en verso hablando, ablando
las penas que, al seguir amando, mando
al diablo por, tras revivir, vivir.
Rafael Mendoza. El Salvador. 07-11-03