¡Ah, del azar!.
Qué vuéltas que tiene.
Así como te fulmina,
también de oro,
el cubrirte, puede.
Nunca déjes
de apostar a tu suerte.
Aún, cuando no parezca,
tu dado existe,
en el cubilete.
Al tocar el timbre,
un ángel te atiende.
No sabrás cual,
si pásas junto al portal,
y no te detiénes.