Mamá hoy se termina el año, menos mal, pues nos hizo mucho daño. Que se vaya de una vez, no quiero volverlo a ver.
Porque hablas así hija, por Dios no te aflijas; que si el año trajo cosas malas, con otras buenas se equipara.
Pero mamá este año papá perdió el empleo, y murió mi abuelito Mateo; este año no disfrutamos viaje de vacaciones, y no pude quejarme por muy sobradas razones.
Ay hija no seas así, este año nació tu primita Asunción, y también nació tu hermanito Ramón. En la escuela pasaste de grado, y pudimos solventar todo con los ahorritos guardados.
Mamá, ¿Siempre va a ser así?. ¿No existe un año en que todo sea feliz?
Si hija, siempre así habrá de ser… Cosas que ganar y cosas que perder. Pero en fin un año más, que seguramente no olvidaremos jamás.
Si hija mía la vida es como un plantío de uvas, siempre tendrá verdes y tendrá maduras, unos verán sonrisas y venturas; otros en cambio verán llanto y amarguras. Y otras personas, las más numerosas, esas verán ambas cosas.
Y la niña comprendió eso de alegrías y tristezas, y para despedir el año, ahora si estaba dispuesta.
Madre e hija sonreídas daban al año su despedida, y así juntas y abrazadas algunas lágrimas se les escapaban.
Y el último segundo del año expiró, dejando en el ambiente un sentimiento nostálgico y una oportunidad, para renovar esperanza en los tiempos que vendrán.
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