Y ahora en medio de este terrible sentimiento de soledad, no se siquiera en que pensar. Siempre feliz, pero triste al mismo tiempo.
Observo el cielo a través de la helada brisa, y el hermoso mar aleteando entre las gaviotas. Detrás la ciudad parece solo un punto negro.
Puedo ver las dulces gotitas revoloteando y brillando entre las olas, y la luna reflejada en el intenso color de la oscuridad.
El cielo inmaculado me hace soñar, y aquél sonido del caracol hace que recuerde su música. Aquella música con la cual soñaba siempre, me transportaba hacia otra galaxia, hacia otro mundo, donde solo nosotros existíamos y éramos felices.
Parece como si pudiera escuchar su voz, cada nota hace que vuelva y que yo vuelva a creer en el.
Pero incluso cuando nada tiene sentido, cierro los ojos y puedo sentirlo conmigo, puedo despertar cada sentimiento que creía muerto, cada beso, cada caricia, cada corazón de ambos unidos en tan solo una milésima de segundo.
Y aunque ahora me cobijen otros brazos, siento que jamás dejare de amarlo, porque sigue en cada una de mis células, en cada parte de mi cuerpo sigue presente y no puedo arrancármelo. Y aunque a él sus labios le pertenezcan a alguien más, puedo creer que sigue pensando en mí.
Si bien es cierto, dicen que cuando más te hacen daño mas sigues ahí, esperando a que cambien por ti, a que te amen como tú lo haces, a que se entreguen de la misma forma. Pero pensándolo bien cuando se ama solo se entrega sin esperar nada a cambio, o quizá eso sea un decir inventado por alguien que solo le gustaba recibir, a mi forma de pensar, el amar es algo más que solo entregarse, es desearle lo mejor a esa persona aunque no nos corresponda de la misma manera, o de la manera en que nosotros esperemos. Se ama hasta que duele.
Parece como si fueran tantos años sin verlo, sin saber de él. Me pregunto si alguna vez piensa en mí, o si ya encontró su gran felicidad que ya ni me recuerda.
Este mismo cielo nos cobija, y ya no esta tan lejos. Quiero creer que está bien, quiero pensar que no me necesita tanto como yo a él. Que no anhela verme como yo anhelo verlo y abrazarlo tan solo una vez más.
En la tenue luz de la luna, a lo lejos sobre la arena. Se divisa una sombra. Creo saber de quién se trata, su hermosa y única forma de andar es inigualable, y en ningún lugar la podría confundir.
Lentamente, poco a poco se va acercando. Tanto había soñado con este momento, tanto rogaba por abrazarlo y sentirlo mío una vez más. Y ahora, en medio de la nada, en este increíble pedacito de cielo, él.
La alarma sonó, mis ojos se abrieron de golpe. La luz del sol se filtraba por la ventana, los pájaros cantaban y los autos de la ciudad retumbaban.
Solo fue un sueño más. Otro día más.