Hector Adolfo Campa

Soy un hombre de palabras

1

 

Soy un hombre de palabras,

El que puede fraguar el mundo entero entre verso y coma,

Pintor de los cuadros diarios del alma y la vida,

El que no conoce el olvido, el que con bolígrafo alumbra.

 

Y aun así, me encontré con mi talón de Aquiles.

Un pequeño astro que orbita lo imposible,

De esos que platón nos hablo,

Una luna blanca, con interior sublime,

Cubierta de miel, de algo…

 

Soy un hombre de palabras,

Y a veces, sueño que soy astronauta,

Que viajo a ese mundo, que pruebo su dulce miel,

Que siento esa tibia sensación de su cubierta,

Y esos son solo sueños, lo se.

 

En otras frias noches soy un intrigado,

Un perspicas minero interestelar.

Y esas noches busco encontrar su centro,

Conocer la incógnita de su interior,

Saber que hay dentro de ella, en lo mas profundo.

 

Pero esto son solo sueños,

Esa hermosa luna platónica gira lejos,

Muy lejos, y no soy un astronauta,

Mucho menos un minero,

Solo soy un hombre, un simple hombre de palabras.

 

2

La noche calló sola de nuevo, como tantas veces.

Y entre despierto soñaba que ese astro se acercaba,

Que hasta haya me lanzaba,  otra vez soy un astronauta.

Llegue hasta su piel dulce y plateada,

Y con su nectar mis labios empapaba,

Mis manos, mi cuerpo frio y desolado.

Y por un instante entre un poco por debajo,

No como minero, tal vez como un muerto.

Descendí un poco, lo apropiado.

Y todo esto fue perfecto, exquisito.

 

Y un ruido me sacudió, desperté…

Y ahí estaba yo otra vez, solo…

Yo un hombre, mis letras y palabras.

 

3

 

Me atreví a dejar de soñar, y de mis raídos labios exhale un intento.

Me puse el traje del armario, ese de amante, ya empolvado,

Y tome el autobús hasta esa luna perfecta.

Cruce la barrera de lo imposible, me reí en su cara.

Y llegue intacto hasta su piel dulce y delicada,

Hasta su sonrisa de hechizo y rosada,

Me atreví, y probé eso, eso que dormido viví.

Y ella me acogió entre sus brazos, rio conmigo, suspiramos…

Fue delicadamente único, increíble o místico.

Y por un instante fui minero y astronauta.

 

Al estar entre este extraño sitio me sentí confortado,

Como si aquí ya hubiera estado,

Tal vez dormido, tal vez despierto,

Pero se que aquí había estado.

¡Oh si pudieras sentir lo que sentí compañero!

Un lapsus diminuto de nirvana,

Una armonía incauta, un efímero estar triste y feliz,

Una estabilidad, de esas, que nunca había tenido.

 

Y entre sus risas y sus caricias,

entre sus miradas y sus labios de miel,

hubo un momento en el que el diccionario se quedó en blanco.

Perdí mi bolígrafo, me quede estático y analfabeto.

Solo podía sentirme astronauta marinero de lo imposible;

Y por ese distraído instante que rozaba de lo inusual e impalpable,

Me quede sin una sola letra,

Me quede sin habla.

Ya no era un simple hombre de palabras…

Me convertí en un hombre, que viajaba en la realización de lo que siempre

soñaba