Caminemos sin prisas al instante de la pérdida
miremos el horizonte morir en nuestras manos,
arropemos su dermis vencida al peregrinaje
de las silletas recostadas en el octavo día.
Lloremos la fragilidad de la esperanza;
ayer el columpio agotando nuestros ojos
en candelabros que flameaban la otrora derrota.
Lloremos….lloremos a los pájaros felices
/de la quinta semana/
arrodillémonos ante la montaña
que es un monolito de estrellas
y alcemos de nuestra sed la cantimplora
creciendo los higos verdes.
Nuestras lenguas exclaman el sabor de sus frutos
¡Cuánta felicidad puede caber en un granito
amparado en la farola del año que no termina!
No termina…
Farolas llenas de esquirlas,
sus minutos se vierten en espuma
en las fragatas, agotadas de creer.