Hay una hiedra de recuerdos
trepando por mi memoria
y de caricias los verbos
en mis erógenas zonas
allí donde tus arados
me tallaron con pasión
y como arena caliente
mi cuerpo te respondió
extraño tu ardiente lengua
tus jugos y tu sudor
tus susurros y jadeos
y el vaivén abrasador
y tus dedos jugueteando
en mi boca y en mi cuello
mientras que yo me emborracho
de pezones y de senos
y ya se esparce el deseo
por la piel como un incendio
que no pide se sofoque
sino que echemos mas fuego
y el respirar pareciera
como cuando se embravece el viento
en tormenta de jadeos
de te amo y de te quiero
y allí es cuando no temes
de morir en el momento
cuando un orgasmo te avisa
que estas vivo que no has muerto