Estaba yo bailando un son
con una chica muy elegante
que bailaba con mucho sabor
y de ritmo tropical sabe bastante.
Yo a la derecha alegre giraba
y giraba también hacia la izquierda;
y ella el paso me llevaba
moviendo sus pies y sus caderas.
Y cuando todo iba de lo mejor
escuché un ruido sospechoso
como si se hubiese roto un pantalón
o hubiesen encendido una moto.
Yo quise hacerme el desapercibido
y actuar de modo muy decente,
pero de pronto con mi olfato percibo
un olor desagradable y pestilente.
Fue muy obvia aquella nota,
y no lo dije, pues no soy atrevido
pero para mí que comió caraotas
con un par de huevos cocidos.
Yo le pregunté: ¡Que pasó?
¡Nada! Fue su respuesta
y seguía mas fuerte el olor,
mientras ella bailaba muy coqueta.
Yo perdí el paso repentinamente
y de manera gentil le pedí perdón,
pero si llega el Ministerio del Ambiente
se la llevan presa, por contaminación.
Menos mal que la pieza musical
terminó al compás de la orquesta,
y allí aprovechamos el momento crucial,
para salir disparados, en dirección opuesta.
Todavía con ardor en la nariz
asfixiado por la falta de aire
la vi sentada sonriendo feliz…
Esperando a otro que la baile.
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