Vi la luz.
Una noche
en que la cera
se desprende
de la vela.
El sado divague,
el asma,
la poesía
(tal vez también
mi cobardía).
Una noche
en que tus dedos
pintan formas
en mi cuerpo:
Quiero
el mapa
de un tesoro
en mi epidermis.
Quiero a los beatles
cruzando sobre
una senda cebrada
(la frontera
de mi espalda)
-quiero mis curvas
sobre el asfalto-.
Quiero arabescos
en los senos
(para acompañar
a Lennon),
dibujos chinos
para fungir
de sabios
milenarios,
una batería
que enuncie
lo inmortal
que sos
(aún de muerto);
y una lengua
rollinga
sobre mi sexo.
Claúsula primera:
ninguna vez
será la última.
Ví la luz...
la luz de las velas...