No soy masajista, soy yesquero,
Desparramo versos sobre tu piel,
Voy curándote el estrés a fuego lento,
Mis dedos se deslizan cual olivas en tu cuerpo
Reavivando puntos muertos, oxidados,
Con lloviznas de recuerdos esporádicos.
Voy escribiendo en la pizarra de tu espalda
La palabra acompañada de mi aliento,
Y al final de tu columna lastimada… un verso,
Un verso que sabe a beso restregado en pedernal
Y surge la llama de la cual me acusas.
Soy yesquero efectivo de tu cuerpo,
Te das la vuelta y lo que sigue
Es motivo de otro cuento…continuará.