Tengo una vela
llameando fuego
desde la cena
en que te conocí.
Y prende más
cuando el amor
asoma detrás…
¡enorme candil!
Que me arde
y que me quema,
pronto o tarde
lo tendré que decir.
Que te quiero,
que este absurdo
corazón de fuego
te escogió a ti.
Y en el pecho
siento la vela,
siento los penachos
de su humo gris.
Cuando no estás
duele,
con ganas de volar
dentro de mí.
En el pozo del alma
pequeña y titilante
vibra la llama
que me hace feliz.
J.M. García
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