Sobre un fondo de terciopelo
bailan frenéticas nuestras almas
sin lastres corporales,
sin relojes verdugos,
sin ogros calendarios.
Oh, verruga del tiempo,
petrifica esta noche que llega,
mécenos sobre dunas cálidas,
ruédanos en tu liviana arena.
Concédenos que el vértigo
encienda nuestras frentes
antes de que el cielo
engulla su última estrella