El viejo Tejar, testigo aun viviente, de tiempos de ignorancia necesaria, cuando el limite entre relativos y absolutos se desdibujaba, creímos al cielo nocturno un manto enorme salpicado de escarcha.Transcurrían épocas de austero vivir, pero cuando la necesidad se ignora, la carga es nimia. Como olvidar el despunte de la mañana del 25 de Diciembre con el olor de juguetes nuevos, todos de origen mágico, aunque el troquelado es muy claro “Made in China”, resultaba confortante la omisión tejar mío.
OH! Épocas tan lejanas, ya no se divisan claras en el retrovisor, el conocimiento de la ley de Dios y los hombres, suele ser, para quienes les profesan respeto, barrotes morales del acto y del pensamiento, que se estrechan entre si dependiendo de la circunstancia, poniendo a la vida adulta todo su gris. Atesoro la candidez perdida como tu al bermellón con el que naciste, moribundo Tejar, fuimos amigos sin nexos, de naturaleza diversa, tu siendo hijo del fuego y arcilla, yo la del sacrificio por amor y el abandono. Vi transcurrir bajo tu sombra las horas a raudales, entendí que la dignidad que buscaba debía retratarse con la justicia y jamás verse seducida por el orgullo, que la convierte en vacua soberbia. Empecé a tomarme al amor muy en serio hasta cuando él se mofó de mí.
Con los años, vinieron los logros y culpas, la carga que implican las responsabilidades, los desafueros eventuales, los vacíos y repletos de mi alma en búsqueda constante, también los episodios en limbo, pero nunca regresaron aquellos días de pena nula, aun me abrigo bajo tu sombra y aunque fuiste testigo del auge de mi ser, te mal pago permaneciendo impávida en tu decadencia.