No tengo casa...
No tengo consuelo...
Vagando por los pasillos de mi barrio veo caras pálidas,
con la mirada perdida,
rostros sin expresión...
Si encontrara la salida de este laberinto,
laberinto de calles de tierra,
de casas hechas de casas,
De repente me encuentro.
No soy yo, pero si soy yo.
Mas allá, del otro lado del mar de fantasmas,
un yo con buena pilcha, perdido...
Si tengo un hogar...
Encuentro consuelo en saber que siempre lo tuve y siempre lo tendré.
La gente me mira, por primera vez.
Me reconoce, me saluda.
Siempre me vieron...
Mas yo nunca los vi a ellos...
Basta de lamentos sin sentido...
Basta de llantos insignificantes...
Momento de cambios,
tiempo de crecer,
tiempo de empezar a vivir...