Sobre un muro de tablones
los pies algo cansado
sobre la arena helada
de esa mañana con llanto,
que aumentaron como perlas.
a ese mar encantado.
Piel morena y unos ojasos,
tan negros como su sombra.
A la distancia aparecía,
tranquila encantadora,
cuando un río de sus ojos
ahogaba suspiros de llantos.
Si lloró no se cuanto
la distancia lo impedía
cayo la noche en horas
y la tristeza teñia.
Esa alma que había
pensando en el amor
ahora con sin rencor
lo lavaba con su llanto
Ella lo que quiso tanto.