Abrió la puerta la luna
a la noche de mis entretelas,
morena, piel de aceituna,
suave aroma a canela
que sube junto a la espuma
y baja con la marea.
El viento dice a la brisa,
con su carita de brea,
cómo la noche deprisa
empuja las claras bermejas
que, del alba, cantan primaveras,
aurora boreal que destella
como la noche que lleva
millones de brillos y estrellas.
Mi amor espera en la reja,
tiene ya la ventana abierta,
el carmesí de sus labios
refulgen toda belleza,
para mis labios tomarlos
con calor y fuego de fiera
que derriten los hierros forjados
y sus muros atraviesan.
Bello amor que nunca se queja…,
el velo de la luna
la suave nostalgia despierta,
melancolía que me abruma
el sentimiento que deja
amarte, más que a ninguna
y ser de tu amor esa presa
que en el corazón me dibuja
latidos de trémulas flechas
que viene lanzando Cupido
cada noche desde tu reja.
La piel de tus dedos me roza
la áspera barba bellida;
es tu mano una rosa
de un vergel esculpida
a pluma de sangre que sesga
la más noble, hermosa rima
que esgrime el poeta,
tal cual suave acaricia
todo el amor que, a mi vida,
da tu amor tras la reja.
Eres una mariposa tímida
que en mi flor se me posa;
ni siquiera al rocío despierta
tu silencio que llega y destila
aquel fresco aroma
de tus labios de rosa
que mi lengua succiona
al sabor de tu lengua;
dulce néctar de amor,
frenesí de tu néctar.