CAPITULO 3: NADA ES CASUAL
Es suficiente que hagas el esfuerzo mental necesario. Concentración. Meditación. Sinceridad en los deseos.
Reconciliación con tus malos recuerdos y peores comportamientos. Y conversar con el Gran Jefe, como amigos, bajo el techo de estrellas, en voz alta, a solas, contándole tus cuitas, pesares y remordimientos, porque, a fin de cuentas, \"¿quién no tiene un muerto en el placard?\"...
No hay premios.
No hay castigos.
No hay cielos.
No hay infiernos.
No hay dioses.
Ni hay demonios.
Solo la energía que conoces
de universos sempiternos,
la que es tu testimonio
de tus vivencias y existir
en este raro matrimonio
entre el Bien y el Mal, al convivir.
El tren pasa por nuestra vida dando la oportunidad de subirse a él a cada uno de nosotros.
Uno puede estar en la estación correcta, con todo el equipaje, y, cuando dicen \"¡a bordo!\", puede que estemos distraídos o puede ser que no tengamos el coraje de subir, por miedo a lo desconocido.
Muchas veces perdí el tren... Demasiadas, para mi gusto. Y generalmente, por cobardía, lo confieso.
No es casual, la oportunidad...
En el camino que has de elegir,
a veces, optarás por la seguridad
y otras por la incertidumbre en tu sentir.
Yo no entiendo a la razón,
que hasta hace no mucho, buscaba detalladamente;
recién ahora entiendo que, si dirige el corazón,
no debería haber razonamiento en la mente...
Y aprendí a ACEPTAR. Aceptar como buen modo.
Lo bueno y lo malo, lo triste y lo alegre;
que hay una causa y un efecto, para todo;
aprender que lo que me pase, a mi ser yo lo integre.
Y en el lento observar, callado la boca,
del transcurrir de acontecimientos
de días en días, del trago que me toca,
me da la pauta que ALGO estaría aconteciendo.
Y me dejo llevar, por esa corriente fluída
de causalidades o casualidades, segun tú lo entiendas,
dejando obrar a Quién Sea que lo haga, según su medida,
como un modo de agradecer por la Vida que Él me ofrenda.
Lo que no conté son otras etapas de mi vida, con otras secuencias casuales, que dan la sensación de que uno es una de las infinitas piezas imprescindibles en un tablero de ajedrez de infinitas casillas en un juego donde los protagonistas son las Inteligencias Supremas que disputan nuestros futuros, dándonos distintas oportunidades.
Y no es casual que pretender bajar las \"revoluciones\" de nuestro trajinar para observar la Vida -sin descuidar por ello los intereses de cada uno (el dinero es intercambio de energía, aseguraba una amiga que me pagaba por sus baños termales cuando yo pretendía no cobrarle)- sea el \"click\" que estábamos esperando para empezar a espiar en qué rincón nos escondieron la Felicidad.
¡¡¡Felicitaciones por ello!!!
!¿Qué puedo decir yo de las casualidades?!
Que por esas mismas casualidades estoy aquí, además, convencido de que si todos paramos ahora unos segundos
y miramos atrás, por esas mismas casualidades TODOS estamos aquí.
Que si tuviéramos tiempo, en unos casos, y ganas, en otros, y fuéramos capaces de escribir brevemente nuestro discurrir en la vida, serían las mismas casualidades por las que hemos conocido a nuestra gente, a nuestros amigos; esas casualidades que realmente nos han hecho ser como somos, nos han hecho sentir, y que volviendo a este momento, me hacen escribir a un grupo de amigos a los que, desgraciadamente, otras casualidades no me brindaron la oportunidad de conocer personalmente.
Y volviendo a las casualidades, otra vez coincido contigo en que nada es casual y sí todo es causa y efecto. Todo tiene un origen y un final, ¡bravo!, pero más aún todo tiene un motivo, un porqué. Otra cosa es cómo cada quién lo busca y más importante, cómo cada quién lo encuentra.
*
Eduardo Faucheux
08-01-2013